En el intrincado tapiz del crimen organizado, pocas historias son tan cautivadoras y desgarradoras como las de las mujeres que se atreven a desafiar a la ‘Ndrangheta, una de las mafias más poderosas y herméticas del mundo. “Las buenas madres” es una serie que se adentra en este oscuro universo, ofreciendo una perspectiva raramente explorada: la de las mujeres que, desde dentro, buscan derribar los pilares de la corrupción y la violencia que han definido sus vidas.
La trama se origina en la desaparición de Lea Garofalo, cuyo testimonio contra la ‘Ndrangheta marca el comienzo de un cambio tectónico. Su valentía inspira a otras mujeres, como Denise Cosco y Giuseppina Pesce, a seguir sus pasos y colaborar con las autoridades, poniendo en riesgo sus propias vidas y las de sus seres queridos. Es una narrativa de sacrificio y resistencia, donde la lealtad familiar se enfrenta a la búsqueda de justicia y libertad.
Las buenas madres y la sicología de los personajes
La trama se centra en tres mujeres valientes que, nacidas en el seno de la ‘Ndrangheta, deciden colaborar con la fiscal Anna Colace para derribar la organización criminal desde dentro.
Denise Cosco, interpretada por Gaia Girace, es un personaje que representa la lucha interna entre el amor filial y la búsqueda de la verdad. Su evolución a lo largo de la serie refleja el conflicto entre el deber moral y los lazos de sangre.
Giuseppina Pesce, encarnada por Valentina Bellè, muestra la complejidad de alguien que se ve obligada a elegir entre su seguridad y la de sus hijos, y la lealtad a un clan mafioso que es su única realidad conocida.
Lea Garofalo, a quien da vida Micaela Ramazzotti, es quizás el personaje más trágico, cuya desaparición desencadena la historia. Su ausencia pesa sobre los personajes, recordándoles constantemente las consecuencias de desafiar a la ‘Ndrangheta.
La serie ha sido elogiada por su realización y por las actuaciones que aportan autenticidad y profundidad a la narrativa, navegando con precisión entre lo familiar y lo criminal.
Consideraciones técnicas
Stephen Butchard, el guionista, ha tejido una historia (inspirada en el libro de Alex Perry) que se aleja de los típicos relatos de confrontación entre la ley y el crimen organizado. En cambio, se centra en el conflicto familiar y la difícil decisión de traicionar a los seres queridos por un bien mayor. La narrativa se sumerge en el círculo vicioso de la lealtad y la traición, ofreciendo una visión íntima de las vidas de las protagonistas. Aunque en ocasiones el ritmo puede fluctuar, el guión mantiene una tensión constante que atrapa al espectador.
La labor de Vittorio Omodei Zorini, Martina Cocco y Ferran Paredes en la fotografía, los ha llevado a capturar la belleza austera de Calabria con una paleta de colores que refleja tanto la dureza de la vida dentro de la mafia como la esperanza y la calidez de las relaciones humanas. Los críticos han comparado el estilo visual de la serie con el de “The Crown” por sus planos cenitales y tonalidades frías, lo que añade una capa de sofisticación y gravedad a la narración.
La dirección de arte de la serie es un elemento crucial que ayuda a establecer el tono y la atmósfera. A través de una cuidadosa selección de locaciones y un diseño de producción que presta atención a los detalles, la serie logra recrear el entorno de la ‘Ndrangheta con autenticidad. La ambientación de cada escena refuerza la narrativa y profundiza la conexión emocional del espectador con la historia.
Influencias
“Las buenas madres” es una serie que destila una rica amalgama de influencias y referencias que enriquecen su narrativa y estética. Literariamente, la serie se basa en el libro homónimo de Alex Perry, que documenta las historias reales de mujeres que desafiaron a la ‘Ndrangheta. Esta base literaria proporciona un trasfondo sólido y veraz que se refleja en la complejidad de los personajes y la trama.
En el ámbito cinematográfico, la serie comparte similitudes con aclamadas producciones como “Gomorra” y “Suburra”, que también exploran el crimen organizado italiano, pero “Las buenas madres” se distingue por su enfoque en las experiencias femeninas dentro de la mafia. La dirección de Julian Jarrold, conocido por su trabajo en “The Crown”, aporta una visión cinematográfica que combina la tensión del thriller con momentos de intimidad y optimismo.
Filosóficamente, la serie aborda temas de lealtad, traición y la búsqueda de la libertad personal frente a estructuras opresivas. Aunque no se relaciona explícitamente con una filosofía particular, la lucha de las protagonistas contra la opresión familiar y mafiosa resuena con conceptos de autonomía y justicia.
Música y sonido
La música, compuesta por Giorgio Giampà, es una pieza clave que subraya la tensión y la emoción de la serie. Su trabajo aporta una dimensión adicional a la historia, con melodías que reflejan tanto la intensidad del drama como los momentos de introspección de los personajes.
Los diálogos son otro aspecto destacado, ofreciendo una ventana a la psique de los personajes y sus conflictos internos. La serie utiliza un lenguaje que es a la vez auténtico y poético, evitando caer en estereotipos o en la simplificación de las complejas dinámicas familiares y mafiosas.
Los sonidos ambientales y los efectos sonoros están cuidadosamente seleccionados para complementar la acción en pantalla, desde el susurro de una conversación hasta el estruendo de un enfrentamiento.